Chicas perdidas (Lost Girls) es una película de crimen, intriga y drama, un filme dirigido por Liz Garbus y que vio la luz el 13 de marzo de 2020. Se trata de una producción original de Netflix que tomó como referencia el libro Lost Girls: An Unsolved Merican Mystery de Robert Kolker. Pero la trama de Chicas perdidas está anclada en una historia real, lo cual termina por hacer todavía más dolorosa esta historia oscura y dramática.
La cinta de Garbus, la cual está protagonizada por Amy Ryan, recibió comentarios positivos por parte del público y la prensa especializada. El director logra retratar de forma pasional los diferentes episodios de violencia y maltrato, además de capturar ese sentimiento de melancolía y desesperanza ante un sistema que se olvida de las víctimas. De esta manera, se torna compleja, emocional y desgarradora.
A continuación, te presentamos la historia real detrás de Chicas perdidas, la cual está lejos de tener un final feliz. Hasta la fecha, se mantienen interrogantes alrededor de un episodio oscuro que tuvo lugar en Long Island, Nueva York.
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¿De qué trata Chicas perdidas?
Chicas perdidas tiene como protagonista al personaje de Mari Gilbert, una mujer que cae en desesperación y pánico tras la desaparición de su hija. La pasividad de las autoridades locales y el visible desinterés por resolver el crimen la llevan a investigar por su cuenta. Shannan fue vista por última vez en la isla de Long Island, por lo que es un buen lugar para empezar. Conforme se adentra en la búsqueda, se da cuenta de que han existido al menos una docena de asesinatos contra trabajadoras sexuales. ¿Se trata de un asesino serial?
El papel de Mari Gilbert es interpretado por Amy Ryan, quien es conocida por producciones como Desapareció una noche, El sustituto y Ganar ganar. Esta película lleva guion de Michael Werwie, mientras que la fotografía es de Igor Martinovic. Pero vamos a lo que nos interesa, el caso real de Chicas perdidas.
La historia real de Chicas perdidas
Todo inicia con la desaparición de Shannan Gilbert, una trabajadora sexual que solo tenía 24 años. El caso tuvo lugar en la zona norte del estado de Nueva York, donde su madre emprendió una búsqueda incansable para tratar de dar con el paradero de su hija y que se hiciera justicia contra los responsables. La mujer estaba desesperada por la falta de profesionalismo y la inacción de las autoridades policíacas.
La película de Netflix muestra una historia cruda y dramática, pero la historia real de Chicas perdidas es incluso más desgarradora. Aparentemente, las alertas se encendieron cuando Shannan realizó una llamada al 911 donde lanza un grito diciendo: “Están tratando de matarme”. Las indagatorias condujeron a Joseph Brewer, el último cliente con el que la joven había estado antes de comunicarse con la Policía.
El sujeto declaró que Shannan se había vuelto desquiciada y que salió huyendo de la zona, tocando en el camino los timbres de varias personas. Estas últimas llamaron a las autoridades para reportar la situación de emergencia. Uno de los vecinos dijo que observó a una joven correr hacia una zona pantanosa.
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Los terribles hallazgos
Durante la búsqueda policíaca, los agentes encontrar el cuerpo sin vida de una mujer, pero resultó que no era Shannan. En cambio, se trataba de una trabajadora sexual llamada Melissa Barthelemy, quien había sido reportada como desaparecida 3 años antes. Solo un par de jornadas después, aparecieron los cuerpos de otras féminas llamadas Megan Waterman, Amber Lynn Costello y Maureen Brainard-Barnes.
Como características en común, las víctimas rondaban alrededor de los 20 años y se dedicaban a la prostitución. Los descubrimientos de cuerpos no pararon, ya que en abril del año siguiente se encontraron los restos de Jessica Taylor, otra trabajadora sexual de la zona, sumado al de otro par de mujeres no identificadas , un hombre asiático y una niña.
El miedo se esparció en la zona porque todos los cuerpos habían sido encontrados en un rango aproximado de 11 kilómetros. Fue hasta finales de aquel año cuando la Policía halló los restos de Shannan en una zona pantanosa de Oak Beach. Sin embargo, el lento curso de las indagatorias y la no resolución del caso llevó a su madre, Mari Gilbert, a iniciar su propia investigación.
Un caso complejo
Al año siguiente, la madre de Shannan interpuso una demanda contra el Dr. Peter Hackett, quien había hablado a casa de Mari días después de la desaparición. El motivo de sus llamadas era informarle que dirigía una casa para niñas rebeldes y que su hija se encontraba bajo su cuidado. La teoría es que era probable que la hubiera drogado para después asesinarla. Un examen independiente sobre el cuerpo de la trabajadora sexual arrojó que había señales de lesiones por estrangulamiento.
La situación se volvió todavía más oscura cuando el cuerpo de Mari Gilbert fue hallado sin vida en el departamento de otra de sus hijas, Sarra. Su hermana Sherre fue quien avisó a la Policía, que inició de inmediato las indagatorias para dar con el responsable de un evidente homicidio. Al final, se determinó que fue su propia hija Sarra quien la había apuñalado en repetidas ocasiones por la espalda, tras aparentemente haber sufrido un episodio psicótico por no haber tomado sus medicamentos contra la esquizofrenia.
La joven terminó siendo condenada a 25 años de prisión, después de que el juez considerara que se trató de un asesinato intencional y premeditado.
Sobre la muerte de Shannan, algunas personas creen que fue víctima del asesino serial que atacó a múltiples trabajadoras sexuales de la zona. Sin embargo, las autoridades piensan que su muerte no formaría parte de ese grupo de crímenes, debido a que no se acopla al patrón que se observa en el resto de los casos. Hasta la fecha, la investigación sobre los asesinatos en Gilgo Beach sigue abierta y sin responsables detenidos.
Referencias: historyvshollywood.com