Lo primero que debes saber sobre estos términos es que no significan lo mismo. A veces se confunden porque como veremos en esta nota, uno no puede existir sin el otro y ambos son elementos fundamentales de una página de internet.
Dominio de internet
La forma más sencilla de entender qué es un dominio es pensar en tu propio nombre. Éste indica cómo se te debe llamar, facilita encontrarte entre miles de personas y simbólicamente representa todo lo que eres.
El nombre de dominio es algo similar para un sitio web o dirección de correo electrónico. Los puedes diferenciar fácilmente si consideras que:
- En una página inicia después de www.
- En tu dirección de correo electrónico va después del @
Ahora, existe otro elemento importante del que debemos hablar: la dirección IP que no es otra cosa que la ubicación física de cada dominio en internet y vive pegada a él. Tiene una estructura parecida a esta: 345.565.45.332.
El dominio es bastante útil ya que simplifica la dirección IP. Así, en vez de digitarla tal cual en el navegador, solo se escribe: www.tusitiopreferido.mx y ya. Esto permite que, aunque los números de la dirección IP cambien, el dominio permanezca intacto.
Al adquirir un dominio, obtienes el derecho de usar un nombre específico para que las personas encuentren tu sitio en internet, por eso es altamente recomendable que sea original y nada similar al resto que hay en el ciberespacio.
Aclarado este punto, pasemos entonces a hablar sobre ese lugar donde el dominio y la página web se va a alojar: el hospedaje digital.
Hospedaje web
Llegó la hora de resolver la duda de qué es un hosting y cómo funciona.
Los sitios tienen diferentes cantidades de información como: imágenes, archivos de texto y otros componentes digitales, además de funcionalidades que varían en complejidad dependiendo de si su objetivo es informar, vender o administrar.
Por ello, es necesario tener un servidor que almacene y haga posible el óptimo funcionamiento de un sitio web, por eso existe el hosting. Básicamente es un servicio que se contrata con un proveedor y en teoría debe garantizar:
- Funcionalidad. Permitir que la página sea visible 24/7 y que los cibernautas lleguen a ella mediante su dominio.
- Rendimiento. Usar discos SSD que optimicen cientos de operaciones dentro del portal, así como darle una velocidad suficiente para que las pantallas carguen adecuadamente.
- Seguridad. Respaldar la información de forma automática y bloquear amenazas cibernéticas, como virus que intenten ingresar al archivo digital. Además de impedir hackeos por medio del certificado SSL que cifra los datos y valida la página como segura.
Como habíamos dicho, no todas las webs son iguales, por ello necesitan un hosting con diferentes características acordes con sus necesidades, como:
- Compartido. Varios clientes en un mismo servidor comparten los recursos de CPU, conexión a internet y memoria RAM.
- Dedicado. Aquí hay un cliente por cada servidor físico que obtiene todos los recursos.
- Virtual VPS. Un servidor físico aloja un servidor virtual donde se administran diferentes sitios sin compartir recursos.
- Elástico de Webempresa. Es la combinación perfecta entre los beneficios del compartido y el VPS SSD, que garantiza la disponibilidad de memoria RAM y CPU.
- Cloud. El almacenamiento se hace en la nube. Se usa normalmente para sitios que consumen diferentes cantidades de recursos.
Esperamos que esta lectura te haya ayudado a comprender un poco sobre cómo trabajan ambos elementos sin los que una página web no existiría.