¿Cuántos prejuicios saltan a la mesa cuando se habla de violencia sexual? Es una realidad que nos golpea en la cara, pero aún así pasamos de largo. Porque intentar evadir un problema es más fácil que enfrentarlo. Nunca será lo correcto. Se pueden tirar algunas piedras a la serie Ni una más. Pese a todo, es el tipo de programas que necesitamos.

No hará tanto ruido como 13 razones, pero tampoco es menos poderosa. Por momentos, presume una sensatez superior. No es una serie de caminos fáciles, incluso cuando parece que cae en los clichés de otras series adolescentes. No la mires por encima, ni la juzgues igual. Ni una más se esfuerza por retratar el acoso sexual desde lugares incómodos.

La historia explota desde el principio con un acto de rebeldía. La protagonista cuelga una manta en el instituto. Hay un violador allí dentro. Se enfrenta a las miradas y juicios desgraciados. Hay mucho simbolismo, no clichés. Lo decimos muchas veces, pero le restamos importancia a la denuncia. Es una postura cobarde, pero todos hemos estado allí. Juzgamos porque es lo fácil.

¿De qué trata Ni una más?

Ni una más es una adaptación de la novela de Miguel Sáez Carral. Alma es la protagonista, pero otras historias paralelas captarán tu atención. La violencia sexual contra las adolescentes está en todos lados. Hay lobos vestidos de corderos. Una adolescente rebelde de 17 años, distante de sus padres, tocará fondo. Alma es una chica de carácter fuerte, pero se dobla. Su rebeldía, dolor e inestabilidad también quiebran a sus padres. Son buenas personas.

La joven, apenas sostenida por una buena amistad, logra salir a flote. No sabe cómo, patalea entre un mundo de drogas recreativas y potenciales violadores. Logra llegar a la superficie por el apoyo de sus padres y la empatía hacia otras víctimas. Pero esto hace pensar: ¿Qué hubiera pasado si estuviera en un hogar violento, donde los platos se estrellan y la indiferencia va de cena? Hay un personaje que retrata ese futuro.

La serie muestra la transformación de Alma y sus amigas. Si llegas a ver clichés, haz una pausa, mira a tu alrededor y verás que no dista de la vida real. La hija rebelde que toma distancia de sus padres, el grupo de amigos que se comparten fotografías de chicas del colegio, el profesor que se acerca de más a las alumnas, la amiga que siempre vuelve con el novio violento, etc. La tragedia está sentada en una banca… esperando.

Las voces femeninas dominan la serie Ni una más. Es un producto de televisión redondo. Se nota el esfuerzo de hacerlo espectacular. Está bien. Evita los excesos, pero se muestra como un programa entretenido de ver. Naomi Wallace, Clara Galler, Aicha Villaverde y el reparto hacen un buen trabajo.

¿Ver o no Ni una más?

Ni una más es una serie de ocho episodios que debes mirar. Si eres adolescente, verás que algunas cosas pasan a tu alrededor. Si eres padre de familia, te estremecerás. Con intención o no, es una carta de denuncia que llama a mirar más de cerca a los hijos, desenmascarar a los depredadores sexuales y a tomar del brazo a quien da señales de terror y desesperación.

Alma es una joven con una personalidad fuerte, pero la violencia sexual es un monstruo que no vence en soledad. El problema es no sentirse así, abandonada, incomprendida y temerosa. Es un coctel de emociones devastadoras que sellan los labios. Greta sabe que Alma hablará cuando esté lista; su madre entiende que lo mejor por ahora es estar al lado para recuperar su confianza. Las víctimas buscan desesperadas tablas salvavidas para no ahogarse. Pero cuidado, en esas aguas también nadan tiburones que prometerán llevarte a la orilla ¿La realidad? Te arrastrarán a las profundidades.

Ni una más es grito de apoyo para las víctimas de acoso sexual que todavía no alzan la voz. Pero va más lejos. Es una denuncia contra el machismo, la cultura que minimiza y perpetra los ataques. Da igual que sean verbales o físicos, todos ellos hacen que las jóvenes se sientan inseguras, solitarias y vulnerables. No, no es justo, ni humano.

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